"De bueno eres tonto"

jueves, abril 21, 2022

 


"De bueno eres tonto"


“De bueno a veces eres tonto”. ¿Cuántas veces hemos escuchado esa frase de mierda? ¿Cuántas veces nos la hemos dicho a nosotrxs mismxs? ¿Cuántas veces hemos sentido miedo antes de hacer algo bueno por si acaso se volvía en nuestra contra? Demasiadas. Y ya es una frase que ha pasado a convertirse en expresión; la damos por hecho sin pararnos a reflexionar en lo que significa.

“De bueno eres tonto”. O sea que, por ser buena persona, eres alguien tonto, ¿no? Y una mierda. La bondad nunca puede ser un defecto. Me niego a aceptarlo. Todos hemos dicho esta frase alguna vez, y en la gran mayoría de ocasiones en un contexto en el que, por haber sido buena persona o haber realizado un acto considerado bondadoso, se han aprovechado de ti. Y ahí es cuando entra el: “es que de bueno soy tonto”. No, perdona, tonta es la otra persona que ha decidido aprovecharse de una cualidad que hoy en día escasea por todos lados. La tonta no eres tú, que no te mientan. No caigas en la trampa.

Pareciera como si nos quisiesen hacer pensar que ser bondadoso solo trae cosas malas, consiguiendo así que la desconfianza y la crueldad vayan poco a poco dominando la psique humana. Ana Milán dice que la bondad es el mejor superpoder que existe. Y estoy de acuerdo. La definición de superpoder es una cualidad o habilidad excepcional que ningún otro ser humano posee. La bondad es una pulsión que reverbera en lo más profundo de ti, y que nos han enseñado a despreciar, a controlar. A no fiarnos de ella.

Por favor, dejemos de decir que a veces ser bueno es sinónimo de ser estúpido. Nos están enseñando a ver una cualidad magnífica como una debilidad, algo que debemos frenar y de lo que debemos tener mucho cuidado. Porque si eres demasiado bueno, eres tonto.

¿Cuál es el problema, bajo mi punto de vista? Que esa idea está impregnada de miedos e inseguridades, sobre todo del temor a ser ingenuo. Pero, ¿qué es la ingenuidad sino mera curiosidad? Vivimos en una sociedad en la que tenemos que saberlo todo, que entenderlo todo, que tomar las decisiones correctas sin dejar margen a equivocarnos. Porque eso se está convirtiendo en una normalidad impuesta, en un ideal imposible de alcanzar.

¿Cuántas veces nos han hecho sentir mal por haber sido buenas personas? ¿Cuántas veces, tras haberse aprovechado de nosotros, hemos pensado: “no vuelvo a caer en la trampa”? Muchas. Demasiadas. Tantas que, llegado un punto, la desconfianza se apodera de nosotros y reprimimos esa parte bondadosa para protegernos. El problema es que, en el preciso instante en que decidimos dejar a un lado la bondad para sustituirla por recelo, ahí sí hemos caído en la trampa.

Para mí, ser bondadoso es ver el alma de los demás, saber apreciarla y quererla. Es esa ingenuidad, esa curiosidad que nace del no saber cosas. Es ser vulnerable y no tener miedo de serlo. Es confiar. Y si advierto que alguien me puede hacer daño usando mi bondad contra mí mismo, me cuido y me protejo, pero no me esfuerzo por adelantarme y ser más listo que el otro. No. No quiero construir mi vida alrededor de la anticipación, del intentar controlarlo todo y de ponerme escudos para que nadie pueda hacerme daño. No quiero ser el mejor, ni ir por delante de nadie. No quiero desconfiar. Quiero ser bueno sin tener miedo de serlo. Sin que me tachen de tonto.

Porque de bueno no se es tonto. Se es humano.


You Might Also Like

0 comments